Movidos por la preocupación y angustia que experimentamos todos los años, no solo para el período de fiestas navideñas y de fin de año, sino también en manifestaciones políticas, religiosas y deportivas: rogamos se reemplacen los artículos de pirotecnia que incluyan estruendos, estallidos o explosiones, por otros más atractivos y menos dañinos, como fuegos artificiales, globos o cualquier producto que no provoque contaminación sonora.
Lo hacemos en nombre de los ancianos, los niños pequeños, los enfermos (fóbicos, aquejados de pánico, cardíacos, convalecientes), y por los animales que presos del terror escapan perdiendo muchas veces la vida, sufriendo accidentes o no encontrando nunca más el camino de regreso a casa.
Especialistas en hipoacusia advierten sobre el perjuicio irreversible que provocan los petardos en el oído, además de las conocidas quemaduras y lesiones oculares por el mal uso. Se sabe que el sonido provocado por las bombas de estruendo sobrepasa los 90 decibeles, que representa lo máximo tolerable para el oído humano, provocando de ese modo un trauma acústico. Se sabe que una vez que el oído está dañado no hay solución al problema.[1]
Para más información recomendamos visitar la página: http://www.clarin.com/diario/96/12/17/e-04401d.htm
[1] Artículo consultado: %u201CUna advertencia sobre pirotecnia que los petardos no dejan escuchar%u201D, publicada el 31 de diciembre de 2003 en la página web del periódico Página 12 (http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-29934-2003-12-31.html),