Cada día nos encontramos ante una imagen política más polarizada, más "futbolizada", donde si no eres de mi equipo, eres del contrario, y mereces que te machaquemos en el campo. No solo tiene que ganar mi equipo, tiene que perder y quedar ridiculizado el tuyo.
Esto es el reflejo de las crispaciones de los "lideres" de los partidos políticos actuales, que más bien son una cara bonita al frente de un partido que se supone que representa unos ideales políticos y una forma de ver y de cómo hacer funcionar nuestro país.
Se premia más el tirón televisivo que la altura de miras. Tenemos una memoria a corto plazo, que nos hace criticar de forma muy contundente las acciones de hace 5 minutos y hacer como si nada a la espera de que venga otra para alimentar nuestro discurso de bilis en contra del oponente, olvidando que los partidos que gobiernan deberían de hacerlo en representación de TODOS los ciudadanos, no solo para los de su color político.
No se puede pedir que vuelva la "antigua política" por razones evidentes (regeneración política, ideas para un mundo global, actual y cambiante...), pero eso no debería de chocar con ver más allá de sus propias narices, y hacerse entender con el partido de la oposición más amplia, pues sólo así se pretenderá gobernar para el más amplio del espectro político y, por ende, para la mayoría de los ciudadanos de este país.
Una firma por la NO radicalización de la política, por la NO radicalización de las amistades, por la normalización de llegar a acuerdos entre quienes no piensan igual, pero buscan un bien común para todos nosotros.
